Capítulo 4.-
—Lo que sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé
fuera de su retención y me alejé rápidamente.
Se sentía raro estar cerca de él de esa manera, todavía podía sentir el
hormigueo de electricidad fluyendo a través de la mano donde nos habíamos
cogido, todavía podía oler su dulce aliento que había soplado en mi cara. No
tenía ni idea de la atmósfera tan rara de la cocina; todo era muy confuso.
Negué con la cabeza y saqué mi tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo
menos.
Después de cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y
media así que Zayn decidió poner una película. Puso Destino Final, y nos
sentamos en el sofá a verla. Me sentí un poco incómoda por alguna razón que no
podía entender. Estaba sentada aquí como siempre, pero algo se sentía
diferente. Le miré a escondidas varias veces, estaba sentado ahí viendo la
película, con una pierna doblada sobre la otra, el brazo colgando casualmente
en el respaldo de mi silla.
Ninguno de los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un
bostezo.
—Creo que me voy a la cama, Zayn, estoy muy cansada. —Murmuré,
levantándome y estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta
de que me estaba observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía
seguía mirándome fijamente con una extraña expresión en su cara.
—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de vuelta
en media hora —dijo, poniéndose de pie para salir.
Lo seguí y cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué
era todo tan tenso y extraño entre nosotros esta noche? Sería probablemente
porque estaba tan molesta con él esta mañana que hice las cosas un poco torpes.
Me cambié rápidamente a una camiseta sin mangas y pantalones cortos, me
lavé los dientes, el pelo, y me metí en la cama. Esta estaba fría y era
demasiado grande, al igual que cada noche. Después de unos veinte minutos o
así, escuché a mi ventana deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayeron al
suelo y luego la cama se hundió detrás de mí.
—Hey, ¿estás dormida? —susurró.
—No, todavía no —murmuré.
Levanté la cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello.
Apretó el pecho contra mi espalda y envolvió su otro brazo a mí alrededor,
lanzando una pierna sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para
acercarme más a él, me encantaba que Zayn durmiera conmigo, la cama no se
sentía bien sin él.
—¿Qué pasa? —pregunté, tirando de sus brazos apretados a mi alrededor y
presionando mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma que era como
ninguna otra cosa en el mundo.
—Nada, Ángel. Sólo estoy cansado, eso es todo —murmuró contra la parte
posterior de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.
—Está bien. Buenas noches, Zayn —susurré, besando su brazo.
—Buenas noches, Ángel —respondió, besando la parte de atrás de mi
cabeza.
Me desperté a las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la
silencié e intenté, sin éxito, moverme lejos de Zayn. Tenía mi cabeza en su
pecho y mi pierna encima de su entrepierna, lo cual como siempre, ya estaba
llena de “gloria matutina” que les pasaba a todos los chicos. Él tenía su mano
en mi rodilla, fijando mi pierna ahí, y su otro brazo envuelto tensamente
alrededor de mi cintura. Cuando traté de moverlo, apretó su agarre, murmurando
algo en sueño sobre ya no querer ir más a la universidad.
Moví mi brazo y toqué su estómago.
—Seis en punto —murmuré, tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos.
Él gruñó y apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente
encima de él. Podía sentir su erección presionando entre mis piernas. Jadeé con
la sensación, era extraño pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal
conmigo? ¡Este es Zayn por amor de Dios! Traté de liberarme, pero eso sólo nos
hizo rozarnos en lugares en los que preferiría no pensar en el amigo mujeriego
de mi hermano, en un contacto mejor amigo. Mi cuerpo comenzó a cosquillear y no
pude evitar que un pequeño gemido se me escapara de los labios. Oh Dios mío,
¡eso en verdad se siente bien!
—¿Zayn? —le susurré/grité.
Él abrió sus ojos de golpe y me miró, impactado. Su expresión
rápidamente cambió a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su
rostro.
—Bueno, buenos días, ángel. Wow, esto es una primera vez —ronroneó,
alzando sus cejas, su sonrisa de asombro.
—¿Me soltarías por amor de Dios? —le susurré grité. Él alzó sus manos a
modo de rendición y rápidamente rodé de encima de él.
—Son las seis —refunfuñé, frunciendo el ceño. Él se volteó de lado para
mirarme.
—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy, por favor. No
sabía que había hecho eso, lo siento, Ángel, ¿está bien? —susurró, besando mi
frente antes de salir rápidamente de la cama para ponerse su ropa.
—Está bien, lo que sea —murmuré, posicionándome en su lugar cálido de la
cama donde había estado acostado.
—Te veré después. —Me dirigió un guiño antes de salir por mi ventana.
Dándome la vuelta, enterré mi rostro en su almohada, todavía puedo
olerlo y eso me hace sentir segura y calmada. Me hundí en un sueño pacifico por
otra hora.
Después de vestirme más pacíficamente que ayer, me concentré en mi iPod
y estaba bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi cereal de nuevo. ¡Cada
jodido día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.
—¡Demonios, Zayn, hay como cuatro cereales en las alacenas y sólo comes
el mío! ¿Por qué? ¿Lo haces solo para enojarme? —pregunté, frunciendo el ceño,
cuando comencé a masticar mi desayuno.
—Buenos días para ti también, Ángel —dijo educadamente, con una sonrisa
de diversión en su rostro.
—Claro, hola. —Me dejé caer y comí mi cereal mientras Niall entraba en
la cocina.
—Hey, chicos, ¿están casi listos para irse? —preguntó Niall, lanzándonos
a cada uno una caja de jugo como siempre.
Ambos asentimos y nos dirigimos al auto de Zayn. Mientras me acercaba a
la escuela, Sean me agarró y me llevó para una charla.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada.
Parecía un poco desesperado; su cabello estaba desorganizado, como si
hubiera estado jalándolo o pasando sus manos por él un montón, sus ojos estaban
tensos con estrés.
—Olvidé que el cumpleaños de Terri es mañana, ¡y ni idea de que darle!
—chilló desesperadamente, pasando sus manos por su cabello fuertemente,
confirmando mis sospechas sobre el estilo.
—Cálmate, todavía tienes tiempo. Ahora, ¿qué clase de cosas le gustan?
—pregunté, pensando en Terri y todo lo que sabía sobre ella.
—Quería darle algo que pudiera quedarse con él, pero no sé qué… —Cerró
sus ojos, obviamente entrando en pánico.
—Sean, cálmate. ¿Qué te parece unos lindos pendientes? ¿Le gustan las
piedras, verdad? También podrías darle un nuevo joyero o algo para ponerlas
dentro —sugerí.
Su rostro se iluminó.
—¡Sí! Tiene un gusto por los joyeros antiguo en este momento. ¡Esa es
una idea genial! Oh Dios gracias, _______. ¡Te debo a lo grande! Voy a saltarme
la mañana para poder conseguirla —dijo, sonriendo emocionadamente y corriendo,
gritando adiós por su hombro.
Caminé de regreso al colegio, y noté que no había casi nadie.
Mier'da santa, ¿llego tarde? Comencé a correr por el pasillo; pude ver a
Zayn y un par de sus amigos caminando hacia mí.
—Disminuye la velocidad, Ángel, te caerás —gritó Zayn, sonriéndome
mientras yo medio corría, medio caminaba hacia él.
Cuando lo pasé, él sacó su pie para hacerme tropezar, pero antes de que
golpeara el suelo envolvió sus brazos apretadamente alrededor de mi cintura, y
me levantó.
—Caray, Ángel, sé que soy caliente, pero no necesitabas caer a mis pies
—bromeó, haciendo reír a todos sus amigos. Lo golpeé en el pecho fuertemente,
mirándolo—. Oh también me gusta un poco rudo, Ángel, sabes eso —dijo, sonriendo
retorcidamente.
Todavía no había soltado mi cintura, dio un paso hacia adelante y
presionó su cuerpo contra el mío, sus manos se deslizaron hacia mi trasero.
—Mmm, genial —ronroneó en mi oído.
Odiaba ser tocada; traía recuerdos de mi padre. Jadeé, y antes de que
siquiera pudiera pensar en lo que estaba haciendo, subí mi pierna y lo golpeé
en las pelotas. Él gruñó y me soltó rápidamente, doblándose por la mitad y
agarrando su ingle.
—¡Mantén tus jodidas manos fuera de mí! —grité, tratando de no llorar.
Estaba luchando por respirar y mis manos estaban temblando.
Me di la vuelta para alejarme corriendo pero me agarró por la mano y me
empujó hacia él de nuevo.
—Ángel, sólo estaba bromeando, sabes que nunca te haría daño —gimió.
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